26.8.07

!Qué le vamos a hacer!

Anda alborotado el mundillo del tango porque una noteja que publicó esa revista "Ñ" (emporio de la tilinguería y la soberbia intelectualosa) le dio con un caño a los letristas, alegando que no hay poetas en el género y que el tango se terminó, a ver, con Horacio Ferrer, creo...
Y...bueno. Es una opinión. Seguramente el autor de esa tontera es un don nadie que, además, no se toma ningún trabajo en averiguar, en investigar, en discernir.
¿Qué sentido tiene comparar si hay poetas de la talla de Homero Expósito, Catulo Castillo u Homero Manzi? ¿Hay, acaso, cantantes superiores a Gardel? ¿Y músicos mejores que De Caro? No seamos imbéciles. Cada época ha dado sus protagonistas y es el tiempo el que tendrá que seleccionar la paja del trigo, lo que es bueno de lo que es hojarasca.
Es imposible pedirle excelencias al Tango cuando no tiene difusión, cuando hay una sarta de descerebrados que siguen cantando el tango de la década del 30, cuando no lo graban, cuando lo marginan, cuando nos hemos dejado invadir por expresiones que no son nuestras.
El arte, en el mundo, ha entrado en decadencia porque la sociedad capitalista está en decadencia. Los valores están trastocados y todo se parece al "cambalache" de Discepolín.
A mí no me molesta lo que diga un tontuelo (tal vez, un pasante del "gran diario argentino"); sí me molesta que tipos supuestamente tangueros digan que los poetas de Bs.As. sean !Spinetta y Gieco! cuando, sabemos, que Spinetta vive de aquella imagen de "muchacha, ojos de papel" y Gieco no se sabe si es un baladista, rockero, folklorista o qué se yo, de tan ubicuo que es. Eso, sí: cantará en cuanto recital oficialista se haga por allí.
Claro. Hay muchos letristas de tango (de dudosa calidad) que "sangran por la herida". Y lo único que se les ocurre es enviar indignadas misivas al "gran diario argentino" exponiendo su curriculum, su obra, etc. Este divismo es, por supuesto, contraproducente. Una vez, yo cometí ese error. Raúl Gustavo Aguirre había publicado una Antología Poética donde, creo, hasta estaban los palotes de sus hijos y yo, como le pasó a aquel Enoch Soames del cuento de Max Beerbohm, no figuraba. Me dio tanta bronca que le mandé una carta llena de soberbia y transcribía mi curriculum y mis libros, qué se yo...
Nunca recibí respuesta; poco tiempo después, Aguirre se infartó y se murió. ¿Habrá sido por la conmoción que le produjo mi misiva?
Un creador debe hacer su obra y no entrar en esta "ronda catonga" de pequeñas miserias, de veleidades al cuete. Estoy curtido que me "ninguneen". Estoy curtido (y hasta podrido) que me digan, en la intimidad, que soy más grande que Borges y, luego, cuando lo tienen que hacer en una nota de tirada masiva, te omiten.
Esta estrategia la conozco como conozco la estrategia de todos estos esbirros que juegan para el rock y para otras músicas donde los mercaderes sacan pingües ganancias. Es cierto. El Tango-Canción, tal como está, no jode a nadie. Hay muy pocos buenos melodistas (creo que Reynaldo Martín y Saúl Cosentino están entre los mejores)y hay un montón de caraduras que entran por la ventana; una multitud de oportunistas que están, siempre, medrando. Y hay, eso sí, un montón de muchachos jóvenes que escriben Tango sin ningún aliciente, sin ninguna difusión. ¿Por qué? Porque hay un montón de jóvenes intérpretes que siguen cantando "Malena" o "La última curda" sin darse cuenta que esos hermosos tangos ya lo cantaron Fiorentino, Goyeneche o Rivero...
Hay tontera, hermano.
Pero, más allá de los errores y lunares del Tango, esa revista de mierda no tiene ningún derecho de desprestigiar a nuestra música. ¿Por qué no hablan de esa pésima poesía que hay en el rock? ¿Por qué no hablan del mal gusto de la cumbia villera? No lo hacen porque son demagogos de cuarta y porque, además, no quieren joder un negocio brillante.
El Tango, pobrecito, se banca todo. Es la Cenicienta del cuento. Un cuento escrito por estos sinvergüenzas con la complicidad de algunos "tangueros" que ya creen les ha caído encima el bronce de la estatua.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)

15.8.07

El solitario de San Ignacio

Me encargaron un libro sobre Horacio Quiroga. Deberé seleccionar sus cuentos y escribir una nota extensa, introductoria del volumen. Por lo tanto,ya me sumergí en ese mundo inhóspito, solitario (casi huraño) de este excelente cuentista.
Horacio Quiroga encontró su lugar en el mundo cuando se retiró a esa vida alejada de la civilización, a orillas del Paraná, a unos cinco kilómetros de San Ignacio.
La selva lo rodeaba, lo rodeaban las alimañas, el río, los mosquitos, el calor y el silencio. ¿Estaba a gusto en ese lugar? ¿Realmente le agradaba permanecer tan alejado de la ciudad, de sus amigos de Buenos Aires, de las tertulias literarias?
"El corazón humano es tan insondable como el mar" -decía Lautreamont y, por lo tanto, es difícil saber qué pasó por la cabeza de ese hombre que era Profesor en el Colegio Nacional para irse a enterrar en el monte misionero.
Lo que es indudable es que escribió sus mejores textos en esa lejanía. Sus cuentos, técnicamente perfectos, tienen un conocimiento acabado de la naturaleza que describe. Sus climas tienen grandes influencias de sus escritores admirados: lo sombrío de Poe, lo fantasmagórico de Kipling, la brevedad de Maupassant, la entereza moral de Conrad. Allí están sus padres literarios. Y Quiroga reconocía (lo dice en su Decálogo del Perfecto Cuentista) estas influencias, de escritores a los que admiraba.
Pero nada invalida sus excelencias de escritor. Esos libros que escribió en soledad, son de lo mejor y a ellos les debe su trascendencia. A Horacio Quiroga se lo lee porque interesa su lectura, porque son atrapantes sus historias y porque demuestra, en cada línea, esa férrea lucha del hombre contra las fuerzas de la Naturaleza y contra sus propios fantasmas.
La vida de Quiroga fue trágica. Provenía de una familia de suicidas y su esposa terminó suicidándose. Años después, atacado de una enfermedad terminal, él también se suicida en el Hospital de Clínicas. Se envenena con cianuro.
También su hijo Adrián seguiría el camino trágico de su padre.
Se están por cumplir 70 años de su trágica muerte y sus libros siguen ocupando las mesas de librerías, se ofrecen como lectura a los jóvenes estudiantes y, siempre, es un gozo descubrirlo y releerlo.
Por lo tanto, se que mi tarea será placentera porque hablaré sobre un escritor al que quiero y porque encontrarme, otra vez, con sus cuentos, es una aventura que no se puede dejar de correr.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)

5.8.07

la mula en el pozo

Hay un cuentito que anda dando vueltas por allí (¿vieron que se han puesto de moda las historias ingeniosas con mensajes aleccionadores?)que dice lo siguiente: una mula se cayó en un pozo y era imposible sacarla. Entonces, el dueño de la mula fue a buscar a sus amigos y compañeros para que lo ayudaran a enterrarla.
Entre todos, comenzaron a arrojar paladas de tierra al pozo y, oh, sorpresa, en algún momento vieron emerger la cabeza de la mula que, por el simple expediente de sacarse la tierra que le caía encima, consiguió hacer crecer la plataforma de tierra que le sirvió para salir del pozo.
Es lindo el cuentito. Y se pueden sacar más de una moraleja. Una de ellas es que, por más tierra que te echen encima, debés sacudirtela y sacar la cabeza del pozo. Otro mensaje sería que, entre todos, consiguieron un método que sirvió para remediar el problema. Y otro, sería que la mula es un animal inteligente, más inteligente que el hombre...
Sea cual fuere el mensaje, es cierto que la unión hace la fuerza y que lo que no puede conseguir uno, lo consigue, de pronto, el conjunto. Y también que la maledicencia es una vieja garrapata que los humanos llevamos prendida al corazón, desde siempre. Por lo tanto: no se le debe dar importancia a las piedras que nos ponen en el camino o a la tierra que (como en el caso de la mula en el pozo) le arrojaban encima.
También el mensaje podría tener que ver con que esa gente dio por muerta a la mula antes que ésta se muriera; decidieron enterrarla viva !qué bárbaros! Igualito a lo que pasó en un sanatorio de Quilmes donde dieron por muerto a un pobre hombre que aún respiraba.
Es interesante contemplar, a veces, el alma humana que se desviste y sale a pasear y, entonces, podemos reconocerla como tal; con todas sus imperfecciones, sus arrugas, sus cicatrices, sus verrugas, sus heridas. El alma humana, tan insondable como el mar, convertida, siempre, en un campo de batalla donde confrontan permanentemente, dos ejércitos, los dos invasores, los dos impostores, los dos con apetitos salvajes.
Y otras veces no es necesario decretar la extremaunción. Estamos muertos en vida. Hemos perdido sensibilidad, hemos perdido capacidad de amar al otro. Hemos perdido la sustancia existencial.
Hagamos lo de la mula; seamos sobrevivientes. Y aunque nos persigan a piedrazos o a golpes de tierra, saquemos la cabeza y vivamos...!VIVAMOS!

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)