Hay un cuentito que anda dando vueltas por allí (¿vieron que se han puesto de moda las historias ingeniosas con mensajes aleccionadores?)que dice lo siguiente: una mula se cayó en un pozo y era imposible sacarla. Entonces, el dueño de la mula fue a buscar a sus amigos y compañeros para que lo ayudaran a enterrarla.
Entre todos, comenzaron a arrojar paladas de tierra al pozo y, oh, sorpresa, en algún momento vieron emerger la cabeza de la mula que, por el simple expediente de sacarse la tierra que le caía encima, consiguió hacer crecer la plataforma de tierra que le sirvió para salir del pozo.
Es lindo el cuentito. Y se pueden sacar más de una moraleja. Una de ellas es que, por más tierra que te echen encima, debés sacudirtela y sacar la cabeza del pozo. Otro mensaje sería que, entre todos, consiguieron un método que sirvió para remediar el problema. Y otro, sería que la mula es un animal inteligente, más inteligente que el hombre...
Sea cual fuere el mensaje, es cierto que la unión hace la fuerza y que lo que no puede conseguir uno, lo consigue, de pronto, el conjunto. Y también que la maledicencia es una vieja garrapata que los humanos llevamos prendida al corazón, desde siempre. Por lo tanto: no se le debe dar importancia a las piedras que nos ponen en el camino o a la tierra que (como en el caso de la mula en el pozo) le arrojaban encima.
También el mensaje podría tener que ver con que esa gente dio por muerta a la mula antes que ésta se muriera; decidieron enterrarla viva !qué bárbaros! Igualito a lo que pasó en un sanatorio de Quilmes donde dieron por muerto a un pobre hombre que aún respiraba.
Es interesante contemplar, a veces, el alma humana que se desviste y sale a pasear y, entonces, podemos reconocerla como tal; con todas sus imperfecciones, sus arrugas, sus cicatrices, sus verrugas, sus heridas. El alma humana, tan insondable como el mar, convertida, siempre, en un campo de batalla donde confrontan permanentemente, dos ejércitos, los dos invasores, los dos impostores, los dos con apetitos salvajes.
Y otras veces no es necesario decretar la extremaunción. Estamos muertos en vida. Hemos perdido sensibilidad, hemos perdido capacidad de amar al otro. Hemos perdido la sustancia existencial.
Hagamos lo de la mula; seamos sobrevivientes. Y aunque nos persigan a piedrazos o a golpes de tierra, saquemos la cabeza y vivamos...!VIVAMOS!
ROBERTO DIAZ
(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)
5.8.07
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