9.7.07

Nevando en Buenos Aires

!Qué ganas de jodernos el romanticismo y nuestro perfil snob! Hasta hoy, era en París donde nevaba y uno podía toser y abrigar a su amada mientras se ponían blancos los tejados de la Rue St. Michel o la Sacre Coeur o el cementerio de Montparnasse.
Pero resulta que, ahora, hasta la nieve se ha vuelto cursi y se permite descender en !Buenos Aires! !Qué insolencia, propia de estos tiempos de pingüinos demagogos que hasta cambiaron el clima de la ciudad!
Nevó y, aunque no se crea, mis árboles se pusieron canosos y los techos adquirieron esa semejanza de una mañana en Lucerna (¿viste?)y recordé una noche volviendo del casino suizo con la nieve que me golpeaba en los hombros y también en los bolsillos menguados...
Siempre es romántico ver caer la nieve cuando uno tiene la fortuna de no vivir permanentemente en medio de ella. Los tipos que viven en pueblos donde nieva, tienen varicocele y esto es un axioma de hierro.
Pero, entre nosotros, ciudad donde nunca pasa nada de esto, salvo algunos crímenes por querer sacarte las monedas para el colectivo o los discursos del presidente que te sacuden la modorra y te escupen dentro de las dos neuronas argentinas que cada uno de nosotros posee en el cerebro, nada sucede...
!Y ahora nevó! Y un tipo le dijo a las cámaras de la televisión que había sentido una gran emoción...Le faltó agregar: "como cuando salió campeón Ferro o cuando me nació el primer hijo o me acosté con la primera mina" !Qué se yo! El pueblo argentino es así: se emociona cuando nieva y no le hace ni fu ni fa si matan al carnicero de la esquina.
!Qué tipos románticos y exóticos que somos! Yo salí al fondo de mi casa, constaté que hasta el caño de gas estaba blanco, que el césped tenía una capita espesa de nieve y vi cómo seguía cayendo desde el cielo esos hilitos blancos. Era la primera vez que, en Buenos Aires, veía nevar. Y, de inmediato, pensé: ¿Qué dirán esos tipos que hablan del recalentamiento de la tierra? ¿O será al revés? ¿O nos estaremos por petrificar todos con un hálito polar? !Es, realmente, una duda para Hamlet!
El asunto es que nadie podrá, de aquí en más, quitarnos lo bailado. Y si alguien viene de Europa o de Estados Unidos y se manda la parte que vio nevar, qué se yo, en el cañón del Colorado o en la Plaza Vieja de Praga, usted ponga aire de canchero, de intelectual que está saliendo en algún documental histórico por la tele y dígale: "yo también vi nevar, pero fue aquí nomás, entre la casa de Cacho y la Tota, donde está el potrerito; uy, !caía una nieve!.."
Y nunca más nadie podrá sacar patente de ser superior porque conocía la nieve y usted, no. Y de ahora en más, no será necesario ir a Bariloche ni a Las Leñas ni al Cristo Redentor. Tendremos nieve a domicilio, delivery de nieve, cuando se nos antoje, porque así lo decretó el gobierno que trata, por todos los medios, de entretenernos mientras esperamos las elecciones de octubre.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)

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