Entre 1491 y finales del siglo XIX, se dice que más de quince millones de esclavos dejaron a la fuerza sus viviendas en Africa para ser encerrados en los barcos negreros que proveían de mano de obra a las explotaciones de azúcar, cacao, tabaco y algodón en el Caribe.
Este infame negocio lo iniciaron los portugueses cuando Fray Bartolomé de las Casas se opuso a la explotación del indígena en el continente americano.
De allí en más, otras naciones como Inglaterra, Holanda y Bélgica, se acoplaron a este comercio y también se pusieron a apresar esclavos. Había verdaderos ejércitos de mercenarios que cazaban a la gente en el interior del Africa, en las colonias que tenían.
Hacinados en los barcos , llegaban al lugar de destino, no sin antes morir víctimas de epidemias, de falta de higiene, de pobre alimentación.
Pero aquí viene lo insólito y, a su vez, aberrante. Las compañías aseguradoras aseguraban los barcos si tenían pérdidas humanas en el mar y nunca al llegar a destino. Es decir, se aseguraba cada esclavo por si moría "en tránsito". Así fue que, en 1791, ocurre un episodio que supera toda perversidad. Un capitán inglés, de un barco que se llamaba "Sound", al notar que está teniendo pérdidas económicas importantes porque los esclavos se le morían en las bodegas, selecciona 143 personas, entre mujeres, hombres y niños, y los arroja al mar Caribe, infectado de tiburones.
Este hecho señala el horror moral que se transmitió a Londres y fue detonante para que un fuerte movimiento hiciera abolir la esclavitud.
Sin embargo, recién a fines del siglo XIX se puede decir que se terminó con el tráfico de esclavos, un negocio sumamente redituable que hacían algunos estados mientras las cortes europeas se hacían las distraídas.
Por eso, en América residen tantos seres humanos de color; en el sur de los Estados Unidos, los negros servían para las plantaciones de algodón y tabaco. En Jamaica y sus alrededores, los negros trabajaban en la explotación de la caña de azúcar y el tabaco. En Brasil, fueron utilizados, principalmente, para las plantaciones de cacao. También los esclavos llegaron al alto Perú y trabajaron en las minas de Potosí. Otros eran llevados a las islas del Indico donde se explotaba el fruto del árbol del Pan, fruto que, también, servía para alimentarlos.
Los portugueses, principalmente, sacaban de sus colonias de Africa, marfil, oro, maderas y ...esclavos.
La historia de la humanidad está llena de estos hechos de extrema crueldad, de explotación del hombre por el hombre. Ahora mismo, obreros indocumentados son explotados salvajemente por otros hombres, aquí nomás, en los talleres textiles de Flores, Lugano o Villa Fiorito.
De estas cosas, hablé los otros días en el programa radial de mi amigo Juan Carlos Apicella, donde, merced a su generosidad, tengo un ciclo los domingos de 11,05 a 11,30 aproximadamente. La radio es la AM 1480 y el programa se llama "Pasiones Argentinas" que es muy escuchado por la gente.
La raza no escarmienta...
ROBERTO DIAZ
(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales. En el año 2007, fue reconocido como "PERSONALIDAD DESTACADA DE LA CULTURA DE LA CIUDAD AUTONOMA DE BS.AS.")
17.8.08
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Aprendi mucho
Publicar un comentario