15.9.08

La mano de Cervantes

En mi ciclo radial, hablé el domingo pasado sobre Cervantes y el origen del idioma castellano. Y conté un episodio curioso en la vida del escritor que no es demasiado conocido.
En los infinitos domicilios que tuvo Cervantes, siempre corrido por las deudas y por su vida trashumante, vivió en Valladolid junto a su mujer, su hija, su hermana y su sobrina, es decir cuatro mujeres y él.
Una noche, frente a su puerta, matan a un caballero llamado Gaspar de Espeleta y Cervantes socorre al moribundo. Por supuesto, tiene que comparecer ante la justicia y como era un asunto bastante groso, lo quieren acusar a él del hecho, alegando que, en esa casa, hay mujeres y que es un lugar non sancto. Por último, Cervantes zafa de la acusación y lo que había pasado era que este Espeleta era el amante de una dama de la sociedad, casada para colmo, y el crimen había sido una venganza del marido despechado.
Una más en la vida desdichada de este "manco de Lepanto" que había perdido la mano en la célebre batalla, cuando don Juan de Austria derrota a los turcos y comienza la ofensiva contra la invasión otomana. Cervantes recibe, en esa batalla, tres tiros de arcabuz, dos en el pecho y uno en la mano que se la destroza. Después, el autor del "Quijote" es secuestrado por piratas que lo llevan a Argel y lo someten a miles de penurias hasta que su familia lo rescata pagando 500 ducados.
Y después, y después...Lo meten preso por quedarse con dinero del fisco y en la cárcel escribe la primera parte de su obra cumbre. Y después...aparece un cretino que firma Alonso de Avellaneda y hace un Quijote apócrifo lo que lo obliga a apresurarse con la segunda parte de su libro, para que no queden dudas.
Y por último, ese episodio en Valladolid permite, en el siglo XIX, conocer cuál era el verdadero domicilio de Cervantes en esa ciudad, ya que había tres casas iguales y no se sabía en cuál de ellas había vivido el escritor.
Cuando se descubrió esto, al encontrarse la documentación del juicio, esa casa pasó a ser el célebre Museo Cervantes en esa ciudad castellana. Los pisos son los pisos originales y el mobiliario y los utensilios de la cocina son los de la época de Cervantes. Allí estuve una vez, revisando la biblioteca y contemplando un escritorio donde, supuestamente, el escritor trabajaba.
Cosas de la vida y de la Literatura. Espero que haya interesado este texto.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales. En el 2007, fue reconocido como "PERSONALIDAD DESTACADA DE LA CULTURA DE LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES" por la Legislatura porteña.

4.9.08

La edad del diablo

En las recopilaciones de cuentos que realizó ese portento llamado Javier Villafañe, poeta, tiriritero, trotamundos, que recorría, con su carromato, el país y otras regiones, está este cuento muy gracioso y que nos habla del ingenio popular.
Ustedes saben que el diablo fue, siempre, un personaje que llamó la atención. El hombre anduvo detrás de él, ya sea para perseguirlo o para halagarlo con el simple objetivo de recibir algún beneficio de él.
El Diablo, aunque se dude de su existencia, siempre está presente en nuestra vida porque todo lo malo se le adjudica a él y es parte de la mitología cristiana, esa que dividió, en su momento, las zonas del alma: lo bueno y lo malo, la santidad y lo demoníaco, lo angelical y lo perverso.
El Diablo está presente en la Literatura desde los tiempos de la antigüedad. Virgilio en "La Eneida" hace descender a su héroe Eneas a las profundidades del Hades donde, en verdad, estaría situado el Infierno, residencia de este señor llamado Diablo o Demonio o Mefístófeles y decenas de nombres más.
Dante nos habla del Infierno en "La Divina Comedia" y divide a los réprobos, a los indeseables en diversas categorías o círculos. Allí se asaban a fuego lento los condenados. Milton también lo cita en "El Paraíso Perdido", Goethe lleva a cabo un pacto con él en "Fausto"; Blake escribe "El matrimonio del Cielo y el Infierno" donde los demonios sostienen discusiones con los ángeles y suelen ganarles. Antes, el sueco Swedemborg se encarga, también, de estos temas. Max Beerbohm escribe un cuento sugestivo sobre el Diablo y lo titula "Enoch Soames" y Stevenson también lo trata en "El diablo en la botella".
Por último (aunque hay muchos más) nuestro Ricardo Güiraldes en "Don Segundo Sombra" intercala ese texto pleno de gracia y picardía donde el diablo es burlado por el herrero.
En "La edad del diablo", Villafañe nos cuenta lo siguiente: el diablo le otorga una gracia de veinte años a alguien que pasa a tener riquezas, mujeres y fama. Pero está ese límite impuesto de los veinte años; para conseguir esa gracia para siempre hay que acertar la edad del diablo. El plazo está por vencerse y el hombre está desesperado. ¿Cómo saber la edad del diablo? Entonces, su esposa, ingeniosa, le dice que ella lo conseguirá. Manda juntar todas las plumas de las aves de la región y colocarlas en un tacho; y en otro tacho, llenarlo de miel. Cuando llega el día, se desnuda, se mete dentro del tacho con plumas y, luego, en el tacho con miel y queda así esperando que el diablo llegue. Este, al verla, se rasca la cabeza, le pregunta cómo se llama; ella (que parece una extraña ave) le dice: "Juagá". Y el diablo exclama: "en los cuatrocientos setenta mil cuatrocientos veinte años que tengo, nunca vi ave igual".
La mujer corre a contárselo a su marido quien responde, con acierto, a la pregunta del diablo sobre su edad y se salva de volver a una vida de miseria y privaciones.
Fin del cuento.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales. En el año 2007fue reconocido como "PERSONALIDAD DESTACADA DE LA CULTURA DE LA CIUDAD AUTONOMA DE BS.AS."