Estoy lleno de preocupaciones; la más importante, desde luego, es por el rumbo que tendrá, en un futuro cercano, mi país. Hay voces muy sombrías que hablan de una debacle muy grande, sobre todo después de las elecciones.
A mí no me sorprende porque la Argentina siempre ha barrido la basura debajo de la alfombra hasta que un día aparece la realidad y hace una limpieza general.
Con respecto a mi preocupación personal, estoy embarcado en un Festival de Teatro y Tango con fines benéficos en el Teatro "Roma". Y tengo miedo que a último momento pase algún imprevisto, de esos que te dejan -como decía Discépolo- "de cúbito dorsal".
Esta duda se despejará en la noche del 16 de octubre.
Pero, al día siguiente, tendré que ir a una grabación de TV del programa de Tango de Nolo Correa. Y Nolo me transfirió la coordinación del programa adonde deben concurrir los poetas Héctor Negro, Alejandro Szwarcman, Raimundo Rosales y yo, amén de Reynaldo Martín y otros artistas. ¿Saldrá bien? !Esperemos que sí!
Y, luego, el 31 de octubre el acto del reconocimiento en el salón dorado de la Legislatura. Hay que llenar ese salón que es inmenso y debo extremar los recursos para que mis amigos y colegas vengan al acto. ¿Deberé sobornarlos? ¿Prometerles buen morfi y buen chupi? ¿Darles algún estipendio como hacen los políticos para tener convocatoria? ¿Decirles que Nicole Neuman se desnudará? Y a las mujeres !que vendrá Pablo Echarri! !Algo se me tiene que ocurrir!
Esto de preocuparse no es común en estos tiempos, lo que me demuestra cuán dinosaurio soy. Un exceso de responsabilidad que me viene desde chiquito, siempre me hizo ser un salame. Una vez, cuando tenía 15 años y no conocía la Capital Federal, me dieron una carta para llevar y caminé como veinte cuadras bajo una lluvia torrencial. No tenía ni una moneda para entrar en un bar. Cumplí como el mejor correo del Zar y cuando volví a la oficina, estaba hecho sopa. El jefe no lo podía creer.
Otra vez me rompí el codo en medio de la traducción de un libro para Atlántida. Era la época donde no había computadora y todo se tipeaba. Me tipee más de medio libro con una sola mano, para cumplir con los tiempos.
Soy como ese personaje de Horacio Quiroga que se tomó en serio lo que le dijo el funcionario que venía de la Capital. Trabajó día y noche para poner en regla los libros del Registro Civil, que estaban atrasados. Y cuando llegó, casi vencido el plazo que le había otorgado el funcionario para cumplir, luego de mil peripecias y mojado (como yo) hasta la médula, el tipo no lo podía creer. Se lo había dicho por decir.
La Argentina está llena de ejemplos de tipos obsesivos (como yo) de la responsabilidad y una bocha de tipos desaprensivos, que no les importa nada hacer macanas o no cumplir.
Creo que el país se sustenta por los responsables; los otros, son garrapatas a los que habría que enviar a vivir al país de la permanente sanata.
ROBERTO DIAZ
(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)
3.10.07
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1 comentario:
Estimado Roberto:
El 31 de octubre haré hasta lo imposible para estar en el Salón Dorado de la Legislatura para el justo reconocimiento que se te tributará.
Eso sí... a mí vas a tener que "sobornarme" con tu talento y tu amistad, como siempre.
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