21.9.07

Los Ninguneos

En todas las épocas, se cocieron habas. Siempre recuerdo esa anécdota de Baudelaire pidiéndole, por favor, a su editor que le enviara !25 ejemplares de "Las Flores del Mal"! y aquella otra donde fue a dar una conferencia y había !una sola persona entre el público!
Siempre recuerdo, también, cómo Melville se murió con la amargura de que sus críticos le destrozaron !nada menos que "Moby Dick"! Tuvieron que pasar 30 años para que Melville fuera considerado el mejor escritor de su generación.
También rememoro al pobre Franz Kafka, siempre con perfil bajo, siempre ganándose la vida en míseros y oscuros empleos, muriéndose joven y dejándole a su amigo albacea la instrucción de que quemara todos sus escritos; felizmente, éste no cumplió su promesa y, ahora, podemos disfrutar de los textos de este extraordinario escritor.
!Y qué me dicen del portugués Fernando Pessoa! Oficinista, viviendo en una piecita arriba de un local. Solitario. Carente de afectos. Casi anónimo. Escribiendo escudado en un sin fin de seudónimos. Juntando reflexiones en papelitos que dejaba adentro de un baúl. Esos papelitos o muchos de esos papelitos son, ahora, "El libro del desasosiego", una pieza admirable de este gran poeta lusitano.
!Y Roberto Arlt! Trabajando en la librería de Palumbo, viviendo de las crónicas policiales en "Crítica", tipeando y tipeando en la máquina de escribir, muriéndose joven, del corazón, siempre añorando ser popular como Rocambole.
!Y mi amigo Marco Denevi! Encerrado en su casa, asqueado de la hipocresía de muchos, diciendo sus verdades que le acarreaban, luego, los ninguneos. Sin pelos en la lengua. Formidable escritor. Honesto, buena persona.
Son incontables los escritores que han padecido toda la presión de su ámbito, todas las canalladas de sus compatriotas. Sin embargo, el tiempo los puso en su justo lugar. Seguramente, aquellos que lo ninguneaban no han dejado ni una huella en el polvo. Se los tragó el olvido. Se pudrieron en la indiferencia.
La Literatura está llena de ejemplos de infamias, de injusticias. En verdad, todo el arte está plagado de estas miserias. Los mediocres siempre tiran del faldón de los talentosos, tratan de nivelar para abajo, intentan sacar del medio a aquél que es competencia.
Hoy en día, la Literatura está llena de fraude, de sinvergüenzas, de desfachatados. Gente que no sabe hacer ni los palotes, están encaramados, opinan, integran la "ronda catonga" de la tilinguería.
Ya sabemos que de todos estos no quedará nada, pero, mientras tanto, gozan de las mieles de la publicidad, se hacen autobombo, terminan creyéndose que son alguien.
"Vanidad de vanidades" diría don Antonio Machado.
Por eso, no debe asustar ni sorprender que las cosas estén patas para arriba, que cualquier imbécil hable de lo que se le cante, que haya un montón de obsecuentes aplaudiendo, como los monos, lo que tendría que ir al tacho de basuras.
Escribo esto con la íntima convicción que el futuro pondrá las cosas en su lugar. Como ha hecho siempre. Como corresponde.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)

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