6.4.07

Años y Leguas

Me puse a releer un libro que había leído en mi juventud. Me refiero a "Años y Leguas" de Gabriel Miró. Y volví a encontrar el mismo regodeo de la palabra, la misma inquietud por la belleza expresiva, el mismo lenguaje enaltecido que llevó a este escritor a ser considerado, por muchos, como uno de los prosistas más importantes del siglo XX en España.
Miró pertenecía a la generación del 98, la que volvió a levantar a España de su decadencia. Hombres como Azorín, los hermanos Machado, don Miguel de Unamuno, Ramón del Valle Inclán, Baroja y otros, fueron los encargados de darle, nuevamente, estatura intelectual a un país alicaído por la mediocridad, por la pérdida de sus colonias americanas (la última fue Cuba) y por sus problemas económicos y sociales.
Aquello que venía vaticinando Mariano José de Larra se cumplió con creces hasta que esta nueva generación (de la que formaba parte Miró, nacido en 1879) hizo renacer espiritualmente a su nación.
"Años y Leguas" es el último libro de Miró (falleció durante una operación de apendicitis en 1930) y aquí es donde se puede observar, con detenimiento, ese género literario de la "Semblanza", en el que Miró fue un Maestro. Su prosa tiene mucho de poesía, su stock de palabras es riquísimo y su Modernismo, aunque un poco tardío, reafirma su predilección por aquel movimiento que creó Rubén Darío, entre otros cultores.
Es un libro de evocaciones con el protagonismo de Sigüenza, que es su "alter ego". En la prosa de Miró se puede aspirar los olores, ver los colores, disfrutar del paisaje, meterse en la intimidad, en la sensibilidad del autor.
Este escritor nacido en Alicante, que había cursado sus estudios de Derecho en Orihuela (allí donde, años después, nació Miguel Hernández) se ganó la vida en diversos puestos públicos y en distintas ciudades españolas. Son muchos sus títulos y son varios sus fracasos. Como profesional del Derecho, fue recurrentemente bochado para la juricatura; como escritor, le fue negada la entrada a la Academia Real de Letras, episodio que produjo la renuncia de Azorín a la misma; era Azorín el que lo había propuesto para integrarse como miembro.
Por último: "Semblanza", género en el que Gabriel Miró descolló, es un bosquejo con mucho de autobiográfico. Y en los libros de este escritor no hay que ir a buscar el argumento, la trama. Hay que buscar el idioma en toda su plenitud, en todo su esplendor.
Yo lo comparo con otro escritor español que me parece notable: Francisco "Paco" Umbral. Los dos pertenecen a esa escuela del Castellano que produce gozo, regodeo, alegría de hablar un idioma tan versátil y tan expresivo.
Ante un mundo que va despreciando las palabras y circunscribiendo la comunicación a cada vez menos léxico, Gabriel Miró es el exponente contrario; nos hace disfrutar de una lengua insuperable.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)

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