Noticias que llegan de Londres dan cuenta de un asesino serial suelto por sus calles y que, también, ataca a prostitutas como aquel legendario Jack el Destripador que, en el siglo XIX, supo tener en vilo a la policía londinense con sus crímenes espeluznantes. Nunca se supo quién era ese mentado Jack; hasta cayó en la volteada un sobrino de la reina Victoria que, dicen, fue internado en un loquero y aquí no ha pasado nada...
Pero cada vez que el Estado (o el gobierno de turno) tuvo problemas, aparecieron estas noticias impactantes. ¿Cortina de humo? ¿Maniobra de distracción? !Vaya uno a saber...!
Lo cierto es que los ingleses no ganan para sustos. Luego de esos envenenamientos radiactivos y los aviones contaminados con esta sustancia, ahora aparecen estos crímenes...
Las noticias indican que toda la policía está a la pesca de este criminal y que le piden a las prostitutas no se muestren por las calles. No sé cómo harán las prostitutas para no mostrarse cuando su trabajo es, precisamente, ese: salir a la calle.
Muchos no saben que este asesino serial (si es que existe y no es un invento del Poder por esas "razones de Estado" ¿viste?) está repitiendo los pasos del famoso Jack. Y muchos no saben, tampoco, que aquel Jack el Destripador se pareció mucho a la novela posterior de Stevenson: "El doctor Jekyll y Míster Hyde". Algunos, incluso, aventuraron que Stevenson había conocido a Jack el Destripador, que era un reconocido médico. Otros, como nuestro Juan-Jacobo Bajarlía, dijo que el criminal era un argentino, agente de bolsa, que estaba en Londres para esa fecha. Esto surgió, según Bajarlía, de una mujer inglesa que, en su lecho de muerte, contó que este argentino, huésped de su casa de pensión, fue sorprendido por ella cuando, haciendo el equipaje, le vió guardar todo un instrumental quirúrgico, de esos que utilizan los cirujanos. ¿Será verdad?
Quien conoce Londres, sabe que hay, todavía, vericuetos y callejuelas que pertenecen al siglo XIX, sobre todo en el barrio de Soho o en el este de la ciudad. Y todavía tienen escaleras de incendio viejísimas y rincones donde se puede dejar un "fiambre" y marcharse muy orondo silbando "Dios salve a la Reina..."
Pero, eso sí. Más allá de las muertes seriales, de las pelucas empolvadas de sus jueces, más allá de la perversión de sus gobernantes (llámense Thatcher o Blair)los ingleses no pueden con su genio: siguen fomentando la novela policial, esa que si bien no inventaron (la inventó Poe !qué tanto!) la explotaron hasta la saturación.
Y desde aquel !elemental, mi querido Watson! que se le debe a la pluma ingeniosa de Sir Arthur Conan Doyle, pasando por el flemático doctor Gideon Fell y el candoroso Padre Brown y el insufrible Hércules Poirot de las novelas de la Christie, siempre, siempre, habrá entre los ingleses un criminal astuto (o varios) y crímenes sin resolver como aquellos que su Imperio cometió contra pueblos indefensos como el indio y el paquistaní.
Es decir, y para terminar, tienen los ingleses muchos asesinos seriales sueltos y en vez de buscarlos por las calles, deberían ir a buscarlos a su Parlamento o a 10 Downing Street, residencia de su Primer Ministro.
He dicho.
ROBERTO DIAZ
(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)
13.12.06
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