16.12.06

Traductor...!Traidor!

Siempre me ha parecido de una reverenda tilinguería decir que los textos deben leerse en su idioma original. !Como si todo el mundo tuviera vocación de poliglota y todos supieran idiomas extranjeros!
Por eso, la importancia del traductor, ese que, en Italia, llaman "traidor" haciendo un juego de palabras entre los dos términos.
!Y qué desvalorizada está esta profesión de traductor en nuestro país! Los editores se aprovechan y pagan monedas por ese trabajo cuando, en verdad, de la idoneidad del traductor surge la autenticidad del texto a traducir.
Ultimamente, se ha desjerarquizado y mucho este trabajo. Aparecen traduciendo gente que no tiene capacidad literaria; porque, en definitiva, traducir puede traducir cualquiera, si es que cuenta con un diccionario a mano, pero no todos tienen conocimiento del idioma castellano que será el receptáculo de lo que uno traslade.
Por ejemplo, la Poesía debe ser traducida por un poeta. Esto no admite réplicas. Por una sencilla razón: porque son los poetas los que tienen capacidad de síntesis. En la China y aquí. Que no pase lo que pasa con esos insufribles traductores españoles que necesitan media página para transcribir una línea del original. O traducen en prosa como hizo Ricardo Baeza con la "Balada de la Cárcel de Reading" de Oscar Wilde.
Es increíble que se permita editar libros sin que aparezca el nombre del traductor en el ejemplar. Que uno lea a Shakespeare sin saber quién realizó la traducción o que exista tanto robo y pirateada intelectual por parte de las Editoriales.
El derecho intelectual está muy desprotegido y la invasión de libros españoles -con toda su mediocridad a cuestas- es una constante en el mercado editorial.
Los españoles dicen: "el detective se fue a hurtadillas" o "María hacía carantoñas" o utilizan palabras horribles (para nuestro oído) como "gilipollas", "golfa" o "a por mí".
En poesía, son de lo peor. Traducen a William Blake diciendo: "recorriendo calles comercializadas" donde el poeta, en su idioma original, utilizó la palabra "Charter´d". O estropean la última línea de un gran poema de E.E. Cummings, diciendo: "nadie / ni siquiera / la lluvia / tiene manos / pequeñitas" y ese diminutivo que debió cambiarse por "manos tan pequeñas" es como agarrarse un dedo con una puerta.
Hay mucho de camelo en el universo de la traducción y eso conspira contra los traductores honestos, los que se resisten a traducir cualquier cosa aún a riesgo de que su trabajo no sea compensado como corresponde.
Los editores son los responsables de que haya tantos libros "truchos" dando vuelta y son los que abusan de la buena fe del lector.
He dicho.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)

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