22.12.06

Estas fechas

Parece mentira -dice la gente, sorprendida de que un nuevo año se avecine. La sorpresa tiene que ver con la marcha del tiempo que parece cada vez más raudo, irremediablemente efímero.
Es indudable que el tiempo ha sido una convención nuestra, desde siempre. Y ese invento nuestro, se ha convertido en una especie de "Frankestein" que, ahora, no podemos dominar.
Las mujeres, seres sensibles si los hay, son las que más sufren el paso del tiempo. Entonces, recurren a todas esas herramientas a mano que ha inventado la ciencia moderna. Es una desesperada lucha para ganarle al tiempo, pero ya se sabe que éste es invencible.
Recuerdo un cuento de Max Beerbohm ("Enoch Soames") donde la relación con el tiempo es al revés. El personaje central de aquel texto quería saber, tenía imperiosa necesidad de saber si, dentro de cien años, figuraría en la Enciclopedia Británica y su poesía estaría entre los autores que habían sobrevivido al tiempo. Y por esa obsesión, pactó con el Diablo. Lamentablemente, el Diablo lo hizo viajar al futuro y...no, no estaba su poesía en los anaqueles del Museo Británico ni en ningún lugar. Y el Diablo lo esperaba para cobrarle su cuenta...
Estas fechas, dicen, son para hacer profundas reflexiones. Pero ayer nomás, un automovilista (esos a los que desprecia mi amigo el pintor Pedro Gaeta) insultó muy feo a un colectivero que, supuestamente, lo había encerrado. ¿Y el espíritu navideño? Bien, gracias...
Estas fechas, me parece, no cambian nada salvo que uno esté mejor predispuesto para con uno mismo. A veces, el clima festivo contagia; otras, no. Hay demasiado drama o luto o adversidades en muchos como para que un simple número en el almanaque transforme la tristeza en felicidad.
Pronto, estaremos escuchando los estruendos del Fin de Año y sabremos que entramos en uno nuevo que tendrá, seguramente, los mismos desaguisados que éste o...peor. El 2006 fue un año como tantos; a algunas personas trató mejor que a otras, pero nada más. El 2007 hará exactamente lo mismo porque los años no tienen alma como la gente ni piensan como pensamos nosotros. Son una sucesión de días rutinarios, iguales, con el sol que sale un poco antes o un poco después o la lluvia que viene más fuerte o más liviana, con el frío o el calor de acuerdo a fenómenos que no manejamos. Y nada más. El resto, es decir los estados de ánimo, el amor, el desamor, el odio, el resentimiento, la risa, el llanto, la tragedia, la comedia, la ponemos nosotros. Y somos nosotros -como decía el poeta Amado Nervo- los "artífices de nuestro propio destino".
He dicho. Ah...!Felices Fiestas!

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)

No hay comentarios.: