Decía, el otro día, en un Editorial del diario "La Ciudad" de Avellaneda (en donde trabajo desde hace casi treinta años) que las autoridades nacionales siguen haciéndose las desentendidas de los graves problemas que padece el país. Entonces, se llaman a silencio; silencio que, por otra parte, es artero, cínico y malintencionado.
La Argentina está llena de silencios infames. Durante el Proceso Militar, la mayoría de la población junto con los militares que habían asaltado el poder, se hacían los distraídos de los serios sucesos que aquí ocurrían. Los muertos y desaparecidos de la dictadura militar contaron con el silencio cómplice de muchos compatriotas.
Y sigue ocurriendo en la llamada "democracia" donde el gobierno de Kirchner, se silencia y no da su palabra ante la ola de crímenes urbanos y suburbanos, ante los graves episodios de violencia como los de la estación Constitución, ante los desórdenes e incidentes en las canchas de fútbol, en los problemas de los docentes en Santa Cruz, ante el colapso generalizado de falta de gas, energía, caos en el transporte público, en el tránsito, en los hospitales, en las escuelas, etc.
Así es muy fácil gobernar. Desentendiéndose de los graves problemas que atraviesa la población, que ante el intenso frío no tiene gas, que le cortan la luz en cualquier momento y a cualquier hora, que no tiene una educación que sirva para sus hijos, que no puede ir a los hospitales porque la espera es monstruosa y que no puede salir tranquila a la calle porque la asaltan y la matan.
Esto no es ficción ni realidad virtual; es una verdad de a puños. Entonces ¿de qué vale la reserva monetaria de la que se jacta el gobierno si aquí no hay política de Estado ni se solucionan los padecimientos de la gente?
No mintamos más.
ROBERTO DIAZ
(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)
30.5.07
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