La justicia argentina no sólo es ciega sino también sorda y, además, cretina. Los fallos y determinaciones de sus agentes, son piezas maestras del horror. En todos los ámbitos que se den.
Ejemplos hay a montones. Desde propiedades usurpadas que cuestan años recuperar a sus verdaderos dueños a contradicciones flagrantes en los fallos. Y no es de ahora. Recuerdo, siempre, cuando le dieron la libertad a uno de los hermanos Schocklender y, luego, lo salieron a buscar para condenarlo a cadena perpetua.
Pero lo que más preocupa es que el accionar de la justicia va de la mano con el accionar de un ejecutivo donde la demagogia y las decisiones intemperantes son moneda corriente. Hay un presidente de la república que se mueve al son de sus estados de ánimo, generalmente violentos y explosivos. Nunca una frase moderada, nunca un gesto distendido. Por el contrario: siempre el gesto adusto, la palabra violenta, la descalificación del adversario. Y la violencia, sí señor, la violencia...en todas sus expresiones.
La preocupación, entonces, es que hay una escalada del absurdo y una proliferación de la muerte. Veamos: la cantidad de accidentes de tránsito, con su secuela impresionante de muertos y heridos, es producto de una sociedad violenta. Los accidentados durante las fiestas, producto del uso de pirotecnia, también es producto de una sociedad alienada que necesita aturdirse con estruendo. Estruendo que, por otra parte, le cuesta a muchos heridas de consideración.
La intemperancia está en las calles con sus asaltos violentos, con la maldad entronizada en esos tipos que roban y, luego, queman las casas. La violencia está en los secuestros, en las desapariciones como la de López. Hay violencia en nuestros funcionarios. Kirchner no le dio a la población ningún mensaje navideño. No salió a pedir la pacificación de los espíritus, acto que cualquier mandatario de cualquier nación, practica con motivo de estas celebraciones.
Entonces, es lógico que nos preocupemos. Y la gota que rebasó el vaso, a mi entender, es el episodio de Moreno donde un taxista fue muerto luego que atropellara a una mujer con su criatura.
Las noticias son confusas. Primero: lo había linchado el padre de la criatura con vecinos. Luego: murió por los golpes que le propinó el padre de la criatura, en estado "de emoción violenta". Pero lo insólito es que el fiscal haya absuelto a este hombre que comete un crimen, luego de ver cómo atropellaban a su mujer y a su hijita.
Ahora ¿cómo puede ser que el fiscal haya actuado con tanta rapidez sin investigar las causas del episodio? El taxista ¿atropelló porque venía a alta velocidad? ¿Cruzó alguna esquina con el semáforo en rojo? ¿O hay atenuantes, como, por ejemplo, que la señora (herida gravemente) cruzó en forma imprudente? Pero, sea como fuere, lo peligroso de todo esto es tomar la justicia por mano propia y que la propia justicia avale semejante proceder.
Creo que estamos bastante locos y tenemos dirigentes que están más locos que nosotros. Y un presidente, insisto, que no pacifica, que no trae cordura, sino más bien espasmos coléricos, bravuconadas de guapo de barrio, actitudes que son patoteriles y ridículas, cuando provienen de un Primer Mandatario.
He dicho.
ROBERTO DIAZ
(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)
3.1.07
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