28.12.06

Recuerdo de Silvio Astier

Pocos días atrás, visité la librería de viejo a la que, siempre, concurro, y me encontré con el local en penumbras, alumbrado por unos faroles a kerosene y las paredes ennegrecidas, los cables de la electricidad colgando por todo el ámbito y una sensación de cosa devastada que me llamó la atención.
La librería estaba abierta; había libros en sus stands y se podía comprar. Cuando me acerqué a la caja a pagar lo que llevaba, pregunté si había habido un corto circuito en las instalaciones y allí me enteré que habían entrado a robar y le habían prendido fuego al lugar.
!Caramba! Una nueva modalidad de esta delincuencia que no tiene respiro. Te asaltan y te prenden fuego. !Tamaña perversidad parece incomprensible!
Y, entonces, recordé a Silvio Astier, el personaje principal de "El juguete rabioso" de Roberto Arlt que, también, prende fuego a la librería donde trabajaba, angustiado por el clima sórdido y tenebroso que allí se vivía.
El incendio de Astier aborta; el incendio de este local también abortó, de lo contrario no se hubiese salvado nada de lo que allí había.
Y pensé, también: !qué literatura de anticipación escribió Arlt! En "Los siete locos" se adelanta al esquema de las organizaciones guerrilleras que llegarían después; su nihilismo es premonitorio. Y, en este caso, el incendio de una librería...
Quemar libros siempre me pareció deleznable. Por eso, nunca acepté a ese detective Pepe Carvalho que inventó Vázquez Montalbán y que tenía la manía de quemar libros. Los nazis lo hicieron; la dictadura militar en 1976 también lo hizo. Lo hicieron las hordas de la Alianza Libertadora Nacionalista cuando quemaron la "Casa del Pueblo". Cuando incendiaron (más de una vez) el Teatro del Pueblo de Leónidas Barletta.
Siempre que hay quema de libros, hay barbarie. Y, en este episodio con el que inicié la nota, el incendio obedece a oscuras raíces del resentimiento.
Si no encuentro nada para robar, te quemo el lugar. Así pasó, en vísperas de Nochebuena, en el pueblo bonaerense de San Miguel.
Estos incendiarios no tienen la justificación intelectual de un Silvio Astier, pero hay algo dostoievskiano en el fondo de estos corazones que, como decía el ruso, son "campos de batalla".
!Es terrible, pero es así!

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)

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