Siempre me pareció que la literatura era un camino sin retorno. Que una vez que se cubre una página en blanco, aparece ese bichito de la tentación que obliga a llenar y llenar cuartillas sin solución de continuidad, hasta que pasan los años -como en la canción de Cole Porter- y uno se encuentra con un camino recorrido, con reconocimientos que surgen del tiempo y la experiencia y con deseos de seguir escribiendo, escribiendo...
Y en esta fiesta del alma que es la escritura, uno se codeará -aunque tal vez con el traje raído y la camisa desabrochada, en medio de señores y damas bien vestidas que se llaman Shakespeare, Barret Browning, Conrad, Storni, Borges, Unamuno, Tolstoi, Mansfield, etc.
No importa. Allí estaremos todos homenajeando el oficio de escribir que es un hermoso oficio y sirve para gratificarnos y gratificar al lector, a ese ser que nos lee y revive o se angustia con nuestras propias desventuras e iluminaciones.
Amo la literatura. Amo a los libros. Y creo que, si volviera a vivir, sería escritor. Aunque no siempre cosechemos mieles, aunque no siempre seamos bien considerados por los otros, aunque, muchas veces, la sociedad nos dé la espalda porque nos acusan de ser "la mala conciencia de la época".
Tal vez, tengan razón. Pero en ese juego dialéctico del pensamiento, somos infaltables si queremos una comunidad que vuele sobre sus propias miserias.
El oficio de escribir se mezcla con el oficio de vivir y vida y literatura se confunden para crear ese fresco del espíritu que necesitaremos, siempre, para ser mejores.
Y volvería a ser escritor aunque, a veces, falten las monedas para pagarle al carnicero...
ROBERTO DIAZ
(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)
2.12.06
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1 comentario:
A algunos no siendo escritores nos gusta jugar a serlo; con alma de periodista expresar como se pueda nuestras ideas.
Escribir y leer con sentimiento, poniendo el corazón en cada manifestación.
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