28.10.07

Las elecciones

!Nunca vi, en los años que tengo, semejante desorganización! La gente hacía colas en la vereda y, como término medio, se perdía entre una hora y hora y media para votar.
En algunos cuartos oscuros, las boletas estaban mezcladas y, en otros, faltaban boletas de algunos candidatos.
Hubo veda política, sí. Pero los medios de comunicación no perdieron el tiempo en hacer propaganda para el oficialismo. La figura del presidente y su esposa apareció hasta en los programas televisivos del sábado anterior al comicio.
Digo yo. ¿No sería más positivo imponer los comicios voluntarios? Que vote aquel que sienta que lo debe hacer. ¿Qué sentido tiene que vote gente que no tiene ni la más pálida idea de la política? ¿Que no conocen a los candidatos?
Y, bue...El oficialismo se dio el gusto. Vamos a tener a una mujer como Presidenta. Los dineros invertidos en esta campaña, han dado sus frutos. Tenemos cuatro años más para hacer lo que se nos cante, manejando el país como si tuvieran derecho de pernada.
Ante un pueblo absolutamente apático, indolente, ignorante de todo.
La misma franja de votantes que le permitieron a Menem hacer lo que quiso durante dos mandatos, es la misma que votó a la señora de Kirchner. Lo que demuestra cuán maleable es el voto en la Argentina.
Lilita Carrió, si no se desbanda, quedó en el umbral; quedó para la próxima. Hizo una buena elección, sin casi publicidad. No atosigó como Cristina que tenía su retrato hasta en la sopa. !Bien por Lilita!
Lamentablemente, Roberto Lavagna, uno de los dirigentes serios, llevó el paracaidas de plomo de los radicales. Era imposible que arrimara.
La izquierda, como siempre, haciendo elecciones liliputienses; algún día, estos tipos aprenderán a juntarse detrás de un proyecto común y no debatir al cuete y proseguir las divisiones absurdas.
En definitiva: se cumplió con el proceso formal de votar, que es lo que pide la Democracia. Veremos cómo sigue todo esto. Hay cuatro años por delante. Y la Argentina tiene un sin fin de problemas de difícil solución.
Yo creo que hubo fraude; ese fraude sutil que pasa por la propaganda, por tener comprado a los medios de comunicación y a un montón de conciencias. Ya no te compran el voto; te compran mucho antes, cuando te nombran "K" de algo y te volvés un miserable Borocotó para cuidarte los garbanzos.
Así están las cosas.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)

18.10.07

La muerte, impredecible

Hay un breve relato ilustrativo de Jean Cocteau. Dice que un vasallo se presenta, aterrorizado, ante su rey y le dice: "Acabo de ver a la Muerte y me hizo un gesto. Mejor huyo a Ispahán."
Por la tarde, el rey la encuentra a la Muerte y le dice: "hoy, a la mañana, mi vasallo huyó, aterrado, porque tú le hiciste un gesto amenazante". "No -responde la Muerte- mi gesto fue de sorpresa porque lo encontré aquí cuando, por la noche, debo tomarlo en Ispahán."
Estos rasgos son propios de la impredecible Muerte.
Rasputín era un monje loco que tenía cautivado al Zar y la Zarina. Un grupo de oficiales del ejército decidieron asesinarlo y lo invitaron con pasteles y vino al que le pusieron cianuro. Pero, como no pasaba nada, el Príncipe Féliz Yussupov le disparó y, luego, le pegó en la cabeza con un bastón relleno de plomo. Lo arrojaron al río Neva. Esto ocurrió en Petrogrado en 1916 y cuando le hicieron la autopsia a Rasputín, encontraron que éste había muerto !ahogado!
En 1911, un francés llamado Teichelt aseguraba haber inventado una capa murciélago; quería arrojarse desde la Torre Eiffel, pero los encargados de la Torre se lo prohibieron. Entonces, buscó permiso en la policía parisina, que se lo otorgó. Teichelt se arrojó desde la Torre y se estrelló contra el pavimento.
El doctor John Webster, profesor de la Universidad de Harvard, le debía dinero a su colega, el doctor George Purkham. Decidió, por lo tanto, asesinarlo, cortarlo en trozos y enterrarlo en un pozo. Pero un portero perspicaz descubrió el pozo y Webster fue ejecutado en la horca.
El escritor inglés Francis Bacon, contemporáneo de Shakespeare, murió de un resfriado. Comió un pollo que había rellenado, previamente, con hielo para conservarlo.
El escritor George Bernard Shaw murió a los 99 años luego de ponerse a hachar un árbol en su casa. El frío que tomó le hizo contraer pulmonía.
Cuando Horacio Quiroga fue internado en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires para realizarse algunos estudios (Quiroga padecía de cáncer de próstata) se enteró que, en otro piso, tenían oculto a una persona que se asemejaba al hombre elefante. El escritor pidió compartir la habitación con aquel ser humano deforme. Esto le hizo ganar la veneración del pobre hombre. Dicen que, cuando Quiroga toma la decisión de quitarse la vida, este hombre le ayudó a conseguir el cianuro.
Como vemos, la impredecible Muerte siempre está al acecho y se rodea de circunstancias; a veces es previsible, otras excéntrica, a veces sorpresiva, otras apela a la complicidad del tiempo. Pero, siempre, es implacable.

ROBERTO DIAZ
(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones con premios nacionales e internacionales)

3.10.07

Estoy preocupado

Estoy lleno de preocupaciones; la más importante, desde luego, es por el rumbo que tendrá, en un futuro cercano, mi país. Hay voces muy sombrías que hablan de una debacle muy grande, sobre todo después de las elecciones.
A mí no me sorprende porque la Argentina siempre ha barrido la basura debajo de la alfombra hasta que un día aparece la realidad y hace una limpieza general.
Con respecto a mi preocupación personal, estoy embarcado en un Festival de Teatro y Tango con fines benéficos en el Teatro "Roma". Y tengo miedo que a último momento pase algún imprevisto, de esos que te dejan -como decía Discépolo- "de cúbito dorsal".
Esta duda se despejará en la noche del 16 de octubre.
Pero, al día siguiente, tendré que ir a una grabación de TV del programa de Tango de Nolo Correa. Y Nolo me transfirió la coordinación del programa adonde deben concurrir los poetas Héctor Negro, Alejandro Szwarcman, Raimundo Rosales y yo, amén de Reynaldo Martín y otros artistas. ¿Saldrá bien? !Esperemos que sí!
Y, luego, el 31 de octubre el acto del reconocimiento en el salón dorado de la Legislatura. Hay que llenar ese salón que es inmenso y debo extremar los recursos para que mis amigos y colegas vengan al acto. ¿Deberé sobornarlos? ¿Prometerles buen morfi y buen chupi? ¿Darles algún estipendio como hacen los políticos para tener convocatoria? ¿Decirles que Nicole Neuman se desnudará? Y a las mujeres !que vendrá Pablo Echarri! !Algo se me tiene que ocurrir!
Esto de preocuparse no es común en estos tiempos, lo que me demuestra cuán dinosaurio soy. Un exceso de responsabilidad que me viene desde chiquito, siempre me hizo ser un salame. Una vez, cuando tenía 15 años y no conocía la Capital Federal, me dieron una carta para llevar y caminé como veinte cuadras bajo una lluvia torrencial. No tenía ni una moneda para entrar en un bar. Cumplí como el mejor correo del Zar y cuando volví a la oficina, estaba hecho sopa. El jefe no lo podía creer.
Otra vez me rompí el codo en medio de la traducción de un libro para Atlántida. Era la época donde no había computadora y todo se tipeaba. Me tipee más de medio libro con una sola mano, para cumplir con los tiempos.
Soy como ese personaje de Horacio Quiroga que se tomó en serio lo que le dijo el funcionario que venía de la Capital. Trabajó día y noche para poner en regla los libros del Registro Civil, que estaban atrasados. Y cuando llegó, casi vencido el plazo que le había otorgado el funcionario para cumplir, luego de mil peripecias y mojado (como yo) hasta la médula, el tipo no lo podía creer. Se lo había dicho por decir.
La Argentina está llena de ejemplos de tipos obsesivos (como yo) de la responsabilidad y una bocha de tipos desaprensivos, que no les importa nada hacer macanas o no cumplir.
Creo que el país se sustenta por los responsables; los otros, son garrapatas a los que habría que enviar a vivir al país de la permanente sanata.

ROBERTO DIAZ

(Escritor, poeta, periodista, traductor de habla inglesa, autor de canciones, con premios nacionales e internacionales)